Guerrillero o cantor, siempre el destino es el mismo, en el suelo la cabeza hecha mierda , las balas siempre son las mismas...
En el funeral de una diosa, la más grande la más fuerte, aparecí con mi cara de tonto, su papá y toda la familia me miraban, y yo cachaba que tenían ganas de agarrarme a chuchá y echarme cagando, pero con la escusa del respeto se hicieron los weones, yo seguí callaito hasta el ataúd y verla tirada toda pálida, sin saber de que chucha murió, me dejó impávido, no sabía que hacer, entonces me dieron ganas de hacer el discurso, uno que sorprendiera, pero después me dieron ganas de hacer cagar a la familia y tirarles mierda, decir ante todos que el papá que miraba con odio era un maricón, que le sacaba la chucha, que los demás weones le pedían favores porque era la weona, la tonta de la familia, y ahora estaban llorando... tuve ganas de provocar una pelea, creí que con eso podría irme en paz, pero después pensé que un discurso es una weá de mierda, lo mejor era llorar junto al cadáver y ahí tirar mierda, las mismas weá, pero con rabia y no haciéndose el weón, después pensé puta en cierta forma tienen razón estos culia'o, que no la dejé en paz ni el día de su muerte, a lo mejor era salir cagando y no molestarlos, si decir nada a nadie, pero no, mis respetos eran hacia ella, los demás weones nunca me importaron y sabía que jamás los volvería a ver o no tenía porque verlos, lo que me interesaba de ellos ya estaba por ser enterrado, y aunque las demás estaban bien ricas, y me daban ganas de culiármelas, sabía que no había chance.
Pero mi boca que nunca ha tenido mucho freno daba por fin su verdadera cara, todas las veces anteriores que habló, eran pura mula, hablaba porque estaba segura, porque se sentía cómoda, sabía que podía aplastar, en cambio ahora estaba calladiiiita ahí, en medio del webe'o, lo mismo que mis manos, era la cabeza la que hacía las cosas, buscaba futuros posibles, escusas culiá, al final me conocí en persona y me jui
piolita pa la casa, con la misma escusa del respeto.
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